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La seriedad de un orgasmo

Fue un encuentro sexual deseado, tras varios calentones en el trayecto del ascensor a la quinta planta y algún pequeño intento fallido en un coche extremadamente pequeño.

Era una tarde sin visos de parecer interesante, una conversación formal, un escenario poco motivador y una gran idea: “te propongo ir a ese Hotel y probar qué puede pasar”. Unos segundos, dubitativo: “vale, perfecto. Es una locura, pero acepto”. Sin apenas tener tiempo a valorar la insensata propuesta, me encontraba frente a su cuerpo totalmente desnudo.

Apenas te conozco, apenas me conoces. ¡Perfecto! Disfrutemos…

Quería descubrir la sensación de sentirlo dentro de mí, comprobar el sabor de su cuerpo, retar y poner a prueba su estado físico; sexual. Sus manos eran suaves, sabía acariciarme bien; el cuello, la espalda … necesitaba sentir sus dedos sobre mis nalgas. Recorría mi piel con delicadeza y pasión. Mi cuerpo pedía a gritos ser descubierto por su tacto. Mis piernas se abrían para encontrarse con sus dedos y me agarraba fuerte a las almohadas para mantener la calma y dejarme hacer. Lo había prometido.

Este será tu round, el mío llevará mis reglas.

Tenía la necesidad de calmar el calor de mi cuerpo. Los minutos se me hacían eternos, pero debía esperar, el ritmo lo marcaba él.

Sus dedos resbalaron hasta la humedad de mi sexo. Oh… si… Me hubiese corrido en ese mismo instante, pero debía esperar, la curiosidad por descubrir era más intensa. Mi mente pedía a gritos notar su cuerpo encima de mi espalda y su miembro dentro de mí. ¡Por favor! ¿A qué estamos esperando? Me hacía sufrir de placer. Coge mis caderas y llévame a ti. ¡Ahora! ¿No te das cuenta que mi orgasmo lleva tu nombre?

Las sábanas del Hotel gritaban de placer al notar su sexo duro entrando en contacto con mi caliente humedad. Dentro, muy dentro. Suave, muy suave. Fuerte, muy fuerte. Lento, muy lento. Me gusta llevar el control, me gusta ser egoísta y sentir, disfrutar, correrme una y mil veces, pero me dejaba hacer. Disfrutaba su cuerpo encima, al lado, debajo, detrás. Notar los embistes detrás de mí, con esos ojos que me vuelven loca, me excitaba a límites insospechados.

Quería correrme ya, no podía resistir ni un solo minuto más. Pero lo hacía. Quería llegar al límite del momento, quería retar su aguante. Tenía que pasar la prueba de fuego. Yo.
Mordisqueé sus pezones, fuerte. Placer. Dolor.
Probé su sexo con mi lengua. Mi boca tenía que guardar el recuerdo de su sabor. Uf. Quería más y eso iba a conseguir…

…Sudor, ganas, sexo, diversión, semen, flujo, relax…

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